jueves, 21 de abril de 2011

UN TESTAMENTO DIVINO


JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR
Jesús, que sabía que había llegado la hora en que había de ser entregado, se reúne en el Cenáculo con sus apóstoles para tener la última cena. Todo está preparado. Este es el momento que escoge para la institución de la Eucaristía, donde se hace presente con su Cuerpo y con su Sangre para nuestro alimento y bebida. Éste es uno de los días con más manifestaciones religiosas y populares.
Por la mañana, en todas las catedrales, los obispos celebran una misa muy solemne con todos los presbíteros y en ella los sacerdotes con un solo corazón y una sola alma renuevan sus promesas y su obediencia al Obispo. En esta ocasión, se consagran los óleos que se utilizan en varios sacamentos. Se realiza precisamente en este día para indicar que todos los sacramentos nos relacionan con el misterio de Jesús y tienen su centro y punto de referencia en la Eucaristía.
El lavatorio de los pies es un signo de humildad y servicio siguiendo el ejemplo de Jesús. En aquellla época era una tarea propia de esclavos. La liturgia de este día nos mestra al sacerdote lavando los pies a doce feligreses.
Los primeros datos que tenemos de que el Jueves Santo se celebra el memorial de la Cena del Señor nos llevan al Concilio de Cartago a finales del siglo IV. Hasta entonces, este día los penitentes se preparaban para su participación plena enla Pascua.
Es el momento de recordar algunos aspectos de la vida de Jesús, llamado Cristo:
  • Su cena de despedida y su oración por nosotros.
  • La institución de la Eucaristía como memorial suyo.
  • La institución del ministerio como parte esencial de su Iglesia.
  • Su testamento: el mandato de amar hasta la muerte.
  • El ofrecimiento, anticipado y consciente, de su vida, de su Cuerpo y de su Sangre, para la salvación del mundo.
Cuando terminó la cena de Pascua, Jesús se drigió con sus apóstoles al monte de los Olivos a orar. Se separó un poco de ellos y comenzó su plegaria. Fueron momentos de angustia. Como hombre era consciente de lo que iba a ocurrir. Cuando volvió con los que le habían acompañado, los encontró dormidos y les dijo: "Levantaos, que ya se acerca el que me va a entregar." Había comenzado una larga madrugada.
Jesús María Úriz

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