lunes, 2 de julio de 2012

UN TORRENTE DE ILUSIÓN

 
En la tarde-noche de ayer, los jugadores de la selección española de fútbol protagonizaron una extraordinaria hazaña. Consiguieron un tercer título consecutivo: la triple corona. Nadie lo había logrado hasta ahora. Dos eurocopas y un Campeonato Mundial suponen para nuestros jugadores un hito en la ya larga historia del balompié. En mi ya prolongada vida, he conocido numerosos éxitos deportivos de nuestros compatriotas y también muchas decepciones. El deportista se fija unos objetivos y sabe que, si se cae, debe levantarse y seguir adelante. Detrás de este grupo de futbolistas, elegidos para la gloria, está todo un pueblo que les animaba desde la distancia; en las grandes ciudades y también en pequeños pueblos perdidos en las montañas. España, en estos momentos de dura e inclemente crisis económica, social y política que estamos padeciendo en la Unión Europea, trata de que su voz sea escuchada y tomada en consideración. Es una oportunidad que no podemos perder. Un torrente de ilusión recorre los caminos de España mientras los protagonistas de esta entrañable historia reciben, en las calles de Madrid, un bien merecido homenaje. Esta no es una crónica deportiva que mis amigos podrán encontrar en los diferentes periódicos. Han sido unos días de grandes emociones. Un sano y comprensible nacionalismo nos ha unido, con este motivo y la palabra España ha estado en nuestras bocas brotando desde nuestros corazones. Esto no ha resuelto nuestros problemas, que siguen ahí complicando nuestra vida cotidiana, pero al menos ha levantado nuestros ánimos para afrontar mejor la dura realidad. Si todos somos capaces de colaborar, en un esfuerzo común, no habrá obstáculo que se resista. Somos España y yo soy español. Dejadme que lo pueda decir, con legítimo orgullo.

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