miércoles, 12 de septiembre de 2012

LIBERTAD, ¿PARA QUÉ?

Los ciudadanos, con frecuencia, ante las adversidades de la vida, nos abrazamos a una falsa seguridad. Esperamos que el papá Estado nos resuelva todos nuestros problemas. Caemos en nuestra propia trampa y podemos llegar a sacrificar nuestra libertad e iniciativa personal. En el relato bíblico, podemos leer que Esaú, hijo de Isaac, vendió sus derechos de primogénito por un  plato de lentejas. Cuando llegó del campo cansado tras su dura tarea, su hermano Jacob se disponía a comer un plato de lentejas. Tenía hambre y ofreció su primogenitura que era fundamental en aquella sociedad.  Jacob acepto y su madre se encargó que el acuerdo se cumpliera, pero esa es otra historia. En España, en la actualidad, estamos sufriendo las consecuencias de una mala gestión de gobiernos anteriores. El Gobierno de Rodríguez Zapatero, cegado por el poder que ostentaba, negó la existencia de una crisis económica que entonces comenzaba a mostrar su auténtico rostro. Compraba apoyos con dinero de todos. No nos dábamos cuenta que estábamos perdiendo libertad a chorros a manos de un político mediocre que no merecía la confianza que todavía le quedaba. No podemos escuchar, como Ulises, cantos de sirena, de quienes nos ofrecen libertad, cuando nos están cargando de cadenas. Los catalanes, en la conmemooración de una antigua derrota, pedían libertad pero se ofrecían para llevar el yugo y las cadenas de quienes les decían que alcanzarían el Paraíso si ofrecían sus vidas a los falsos ídolos del nacionalismo. Para qué la libertad. No sería necesario pensar. Ya lo harían por ellos los dirigentes nacionalistas. La libertad y la seguridad son demasiado valiosas para dejarlas en manos de unos políticos demasiado ávidos de poder. Todavía estamos a tiempo.

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